Claramente los gustos están cambiando y el consumidor de vino valora más el carácter afrutado de los vinos, el color intenso y la expresión primaria de la variedad que el tiempo que haya pasado en barrica.
El uso de barricas nuevas combinado con una mayor madurez de las uvas y mayor extracción de color, está dando como resultados vinos que se adaptan a lo que el mercado está buscando.
Las bodegas cuentan con una nueva generación de enólogos que apuestan por vinos más novedosos. “Vinos elegantes, potentes de sabor denso y rico, estructurados, cálidos, rotundos de acidez y marcadamente tánicos” nos dice la enóloga Judit Llop sobre la filosofía del vino y los vinos de la bodega Viticultors del Priorat D.O. Priorato.
Las excelentes puntuaciones alcanzadas por ciertos vinos ponen de manifiesto el avance de los caldos españoles.
El sector del vino ha dado unos pasos gigantes en los últimos años, pero estos avances no se habrían percibido sin un público objetivo al que dirigir su oferta.
Así, por simplificar, podemos hablar de un consumidor conocedor y exigente que sabe reconocer el valor de la marca, y de un consumidor joven, ávido de información, que absorbe las novedades y se ve influenciado por agentes externos.
La gente joven interesada por la cultura del vino, prefiere cada vez más, sustituir los refrescos o incluso la cerveza, por una bebida refrescante, armoniosa, ligeros, aspectos que reúne un blanco de calidad.
El vino rosado, hasta ahora el patito feo de los vinos, empieza a encontrar su público sobre todo en verano que se busca algo más frío y refrescante. Ya se ha olvidado esa época en la que el “clarete” era la mezcla de vino tinto y vino blanco, El rosado se vinifica igual que el tinto pero dejándolo menos tiempo con los hollejos hasta conseguir la pigmentación deseada.